Las casas de césped (o casas de tepe) fueron el tipo de casa más común en Islandia entre el s. IX y el XIX. Se construían principalmente con tepes de césped, a los que podían añadirse piedra o madera.[1] Producto de un clima duro, ofrecían un aislamiento superior a otras construcciones, en una época donde otros materiales escaseaban.[2]
La mayoría de las casas de tepe conservadas hasta hoy son de estilo «tejado de aguilones»[a] del siglo XIX.[3]
Construcción
Como material de construcción, el tepe era accesible y barato. Solía proceder de pantanos,[3] y la mejor clase contenía raíces de plantas pantanosas[4] sin arcilla ni arena. Se extraía con una guadaña o pala y se dejaba secar antes de apilarlo para la construcción. De lo contrario, podía contraerse y deformar las paredes. Además las paredes tenían que ser muy gruesas para ser estables.[3]
Las casas de tepe ofrecían un buen aislamiento, retenían el calor adentro cuando fuera hacía frío, y no había necesidad de calefacción.
No obstante, estas casas eran un domicilio débil porque había que arreglarlos constantemente, ya que el tepe no dura igual que otros materiales.[4] Las casas no soportaban bien la lluvia.[1][5]
Casi no había madera en Islandia, así que los paneles interiores eran un signo de riqueza.[3]
Evolución
Originalmente las viviendas solían ser casas comunales al estilo de vikingos (grandes, estrechas y sin habitaciones), pero en el siglo XIV empezaron a abandonar este estilo por casas más pequeñas interconectadas.[3]
A principios del siglo XIX, el estilo de «tejado de aguilones»[a] se popularizó, el tejado tenía sus lados extremos de madera.[3] Los islandeses empezaron a dejar este tipo de viviendas con la modernización del siglo XIX, pero siguen como una pieza del patrimonio nacional.[4][6]
En 2011, Islandia propuso que 12 de sus casas de tepe y 2 iglesias de tepe fueran incluidas en la Lista Indicativa del Patrimonio de la Humanidad.[3][7][6]
Galería
Notas
Referencias

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